Buscaba el noveno piso, al igual que estaba en París todos los casos sin cerrar, pero cuando bajé en el séptimo y comencé a recorrerlo me di cuenta que ya no habían más alturas, así que recorrí el pasillo con la cabeza bien alta hasta dar con una puerta al final del pasillo.
Toqué suavemente y abrí la clavija para entrar.
Era jueves, por lo que hoy estaba concentrada en mi trabajo de auror, por algo había organizado un horario con las clases, para poder llevar todo.
Por suerte la academia de élite me había dado unas doctrinas para ser más que organizada en toda mi vida.

- Buenos días, necesito encontrar los expedientes de casos abiertos, sobretodo los últimos movimientos de Alexis Vorobiov -estaba claro que si no era yo no tendría acceso a esos expedientes. Tres años de arduo trabajo desenmascarando la red de mortífagos y todos sus movimientos desde dentro.

Nada más entrar me encontré a un hombre maduro tras su mesa de despacho, revisando unos expedientes.

" ¿Y usted cree que soy secretario o asistente de archivos para brindarle lo que busca? ".

Por su tono de voz me recordó a un mando autoritario.
Levanté un momento la mano y volví a salir por la puerta, pero no había ningún cartel en ella que me pudiera indicar quien era aquel señor.
El caso es que su cara me sonaba muchísimo.
Regresé al despacho y me acerqué a la mesa en donde un pequeño cartelito en madera grabada me daba su cargo.
El mundo se me vino a los pies, regreso y hago enfadar al jefe de aurores y el segundo día le falto el respeto al Ministro, y yo pensaba que en Francia lo estaba pasando mal infiltrada entre los mortífagos, aquello podía enviar mi carrera de auror al garete en menos que canta un gallo.

Permanecí en silencio, pero negué con la cabeza señalando el cartel.
Retiró los expedientes y volvió a hablar.

" Imagino que usted es Alexis Vorobiov ", ni un movimiento, cuando dejara de hablar le contestaría, podía ser cualquier persona. Revisé con la mirada el despacho, hasta que di con la primera plana del Daily Profet en donde se daba la noticia de que el Ministro de Magia ya había regresado y su foto aparecía en pleno movimiento. Me veía de nuevo patrullando las calles en busca de pequeños infractores, como niños volando en escobas no registradas o maguitos usando sus varitas fuera del colegio.

Se levantó de su silla y se acercó a mí, le mantuve la mirada, ya no podía hacer mucho más.

" Dígame como le fue con la misión en París ", aunque sonara a petición era una orden.

Carraspeé un poco y asentí con la cabeza, había llegado el momento de hablar.

- Pues la primera semana mal, aunque conocía el idioma me tuve que adaptar a su forma de vida, sus comidas, sus costumbres, estudié muchísimo y en una semana y media estuve dentro de la red, con los más suaves, mortífagos de pequeña monta, algunos vampiros y algún que otro licántropo, entre ellos no se llevaban muy bien así que debía recabar información durante el día con las fauces y durante la noche con los colmillos -hice una pequeña pausa y me cuadré, no podía relajarme ante el superior, mi hermano me iba a matar y todo por querer terminar con el caso y poder cerrarlo, aunque me llevara cinco años más de mi vida, no me gustaba dejar las cosas a medias- Al mes estaba codeándome con los cabecillas, en la caja de expedientes que busco está todo detallado, por supuesto en un lenguaje inventado por mí, necesito dar con esa caja para poder traducir los informes. No quería tener en mi poder ningún documento allí, por lo que semanalmente iba enviando los nombres aquí, en donde un contacto los iba almacenando, de hecho, mi ex-jefe, pero fue relegado de su puesto.

Tres años de mi vida estaban descritos en aquellas páginas, y aunque todo estaba relacionado con el trabajo y se enterarían de una manera u otra, había que preparar el terreno para dar ciertas informaciones.

- Deseo continuar con el caso desde aquí, es mi trabajo durante tres años, pero no voy a volver a Lyon, se han organizado y van a comenzar a atacar -me acerqué a la ventana y apoyé un codo sobre el alfeizar- Tuve que huir, no estaba dispuesta a que me colocaran la marca en el brazo, a que me controlaran a través de una maldición. El problema es que al hacerlo, eliminé a uno de los cabecillas, y como comprenderá no se van a quedar de brazos cruzados. Los dementores ya están esparcidos por toda Europa, pero los que hay no son ni la mitad de absorbedores que los que están por venir.

Tomé aire y esperé su veredicto, separándome del alfeizar y levantando la cabeza.